Cubiertas de libros

20 September, 2005  |   10 comments

Hubo un tiempo en el cual las cubiertas de libros eran hechas por diseñadores especializados en rotulación o caligrafía.
Los años 50 fue la edad de oro de esta tradición y algunos de los más destacados diseñadores de cubiertas desarrollaron estilos de una calidad y frescura que hoy asobran.
Helmut Salden fue quizá uno de los más prolíficos y sofisticados. Salden nació en Alemania, pero con motivo de su posición anti-nazi, huyó a España antes del triunfo del nacional-socialismo. En Mallorca, tomó parte en la resistencia en contra de Franco.

En 1938 se radicó en Holanda en donde fue asistente de Piet Zwart. Allí comenzó a diseñar libros convirtíendose en uno de los mas importantes diseñadores de cubiertas. Alguna vez Michael Harvey, decano del lettering inglés, confesó que había comenzado su carrera imitando las cubiertas de H. Salden (en mi opinión, nunca llegó a superarlo).

Las cubiertas de Susanne Heynemann, tambien merecen destacarse. Nacida en Alemania, estudió tipografía con Henri Friedlaender. Los mejores trabajos de Heynemann pueden encontrarse en las cubiertas para la editorial Querido, los diccionarios Wolters y sus colaboraciones con la Fundación “De Roos” dedicada a la preservación del buen diseño de libros.

Cuando miro estas cubiertas y las comparo con las de los libros modernos no puedo dejar de sentir pena. La estética de la “literatura de aeropuerto” y del melodrama barato se han convertido en la norma del diseño de libros.

De alguna forma ha sucedido lo mismo con los diseñadores. Quienes en las primeras décadas del siglo XX fueron conscientes de su rol cultural, quienen (en palabras de Otl Aicher) imaginaron al diseño como «programa cultural alternativo al de la burguesía», hoy no levantan la mirada mas allá de los paneles de esa oficina en la que producen «imagen corporativa».
Los “profesionales” me aburren. El diseño corporativo es al diseño, lo que las marchas militares a la música.

Comments

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  1. Marcelo Panares  said: September 20, 2005

    Me gustaria ver mas cubiertas de esos autores que mencionas. Gracias.

  2. oscar  said: September 20, 2005

    Como dijo Groucho Marx, “Estos son mis principios, señora, y si no le gustan, tengo otros”. Está claro que muchos diseñadores actuales no tienen más motivación que el dinero y el marketing está absorviendo cada vez más esta profesión.

  3. elsebra  said: September 20, 2005

    Más allá de que puedo compartir el valorar los atributos artesanales/artísticos que existen en los trabajos que se ven el el post, no es menos cierto que el libro hoy es un producto más, inmerso en la lógica del consumo, con competencias feroces y con un mercado que lentamente va virando a los e-books (muy lentamente… pero el e-paper ya es un hecho).
    Esto hace, en mi opinión, que varios elementos ‘de cortesía’ de las ediciones de antaño sean serruchados para reducir costes, que se utilicen cuerpos tipográficos e interlineados casi delictivos y sobre todo, y es lo que aquí nos convoca, que el diseño de las portadas no contemple otra cosa que no tenga que ver con un claro “¡Estoy aquí, comprame!”.
    En resumen y siendo quizá un poco grosero, el libro hoy en día, en su rol de bien de consumo, no es distinto de un par de zapatillas o una afeitadora eléctrica.

  4. Carlos Carpintero  said: September 25, 2005

    Que el libro sea hoy una mercancía no implica que deba responder a los mandatos de aquello que lo convierte en mercancía. Hay una gran responsabilidad en lo referido a mantener, reproducir y legitimar ciertos discursos. En su obrar, puede optar por replicar un producto esteticista y anestésico, o bien procurar prestar un poco de atención al rendimiento comunicacional y performativo de su enunciado visual, más allá del objetivo primero que le preocupa al editor: vender más libros. Tapas basura y tapas que recuperen o pongan en escena ciertos valores culturales pueden cumplir de igual mnera con ese objetivo. No se trata, en mi opnión, de una defensa apologética de la belleza vs. los mandatos del mercado. Se trata de la distancia de la mirada.

  5. elsebra  said: October 6, 2005

    Carlos, si el libro es hoy una mercancía, intrínsecamente responderá a aquello que lo hace mercancía. La ‘crítica’ del diseño que olvida u omite la multiperspectividad (en este caso, sumar visiones como la gestión del mercado ‘literatura entre veloz y thrash’) se hace inocua justamente por quedar enredada en la trama de sus mismas omisiones.
    ¿Vale que diga que aquí la cuestión no es estar de acuerdo o no, sino pensar todo lo que podamos sobre lo que nos rodea?
    Si nos rodea el consumo, deberemos acostumbrarnos a pensarlo.
    El momento en el que la recuperación de ciertos valores estético/culturales venda tanto como la basura no será percibido primero por los diseñadores gráficos, sin dudas.
    Sin dudas, por ahora. 🙂

  6. Carlos Carpintero  said: October 7, 2005

    La apelación a la mediocridad y la clonación de recursos thrasher no asegura el retorno sobre la inversión. Sigue siendo una apuesta comunicacional, como todo el obrar del diseño. Pero se trata de un obrar miope, que conspira paradójicamente contra el principio que lo sustenta: en el esfuerzo ortopédico y la obsesión por el grito, las tapas se vuelven invisibles, en tanto trabajan sobre el borramiento de sentido.

  7. elsebra  said: October 7, 2005

    De acuerdo, de acuerdo.
    Aquí es donde me cuesta seguir hablando (sólo) de diseño. ‘El borramiento del sentido’ además de parecer el título de un libro de Verón es toda una cantera de ideas y progresiones de ideas.
    Tengamos, siempre, el pico y la pala a mano.

  8. anton  said: September 6, 2007

    es sin duda interesantisima la discucion que proponen pero debo hacer notar que se esta utilizando un anglisismo de manera errada y reiteradamente, me refiero al termino thrash que me imagino lo utilizan pensando en referirze a la palabra basura y he ahi el error ya que la palabra thrash es un concepto de pelea, golpear, batear, etc. el termino correcto es trash, TRASH

  9. mauricio  said: January 20, 2009

    que buen libro !

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